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    Pantano de Martus, en busca del oso de anteojos

    Actualizado el

    por Angélica & Samuel

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    4.9
    Basado en 38 opiniones
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    Bogotá está rodeada por montañas. Y en los límites del Parque Natural de Chingaza, existe un lugar especial: el Pantano de Martus, que rápidamente se ha ganado la reputación de ser uno de los mejores lugares para observar al oso de anteojos, animal tótem de los Andes colombianos.

    El oso de anteojos es uno de esos animales cuya silueta soñamos con ver al menos una vez en la vida. Entonces, en la madrugada de un día de enero, salimos llenos de esperanza a hacer una caminata en el Pantano de Martus, para ver si nos encontrábamos el oso.

    No todo salió como lo esperábamos, pero descubrimos un nuevo lugar para caminar cerca de Bogotá, dentro del Parque Natural Regional Vista Hermosa – Monquentiva.
    Un paseo fácil de hacer si se va acompañado por un guía, y una oportunidad para salir a la naturaleza en busca del oso de anteojos.

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    Caminata en el Pantano de Martus

    Parque Natural Regional Vista Hermosa de Monquentiva

    Pantano de Martus, en busca del oso de anteojos

    Todavía estaba oscuro cuando salimos en carro desde Chía (cerca de Bogotá). La idea es llegar al Pantano de Martus con las primeras luces del día para tener todas las oportunidades de poder observar al oso de anteojos.

    El clima de los últimos días había sido soleado. Pero nos dicen que es mejor que el cielo esté nublado para tener más posibilidad de ver al oso. Esta mañana, el cielo está gris. Estamos emocionados, soñamos con ver a este oso emblemático de las montañas colombianas.

    Estamos bien equipados: ropa abrigada, zapatos de trekking y chaquetas impermeables, y por supuesto binoculares y cámara. Después de una parada en una panadería del pueblo de Guasca para tomar un desayuno rápido, llegamos finalmente a las orillas del Pantano de Martus.

    Un clima caprichoso

    El cielo no está solo gris, está bajo, está brumoso, está en niebla, asi son las montañas de Colombia… Hoy no se ve nada. Eso nos desmotiva un poco, obviamente, porque será difícil en estas condiciones poder observar a este animal mítico y místico …
    Pero no nos desanimamos y sabemos que igual vamos a disfrutar de una inmersión en la naturaleza, una gran bocanada de aire fresco que, en todo caso, nos hará bien.

    Vamos a descubrir paisajes lindos y aprender más sobre los hábitos del oso de anteojos.

    Este paisaje globalmente plano en medio de las montañas sorprende.
    Nuestro guía nos explica que en realidad se trata de una antigua laguna de montaña secado artificialmente para cultivar la tierra.

    Hoy, transformado en reserva natural, gran parte del Pantano de Martus está en proceso de regeneración, pero aún se encuentra allí un pequeño bosque andino sublime que nos va a regalar bonitas sorpresas.

    Pantano de Martus, en busca del oso de anteojos

    Un bosque y osos

    Después de caminar tranquilamente entre el matorral, tratando de no perder la pista de nuestro guía en medio de esta densa niebla, llegamos al borde del bosque donde nos esperan pruebas de la presencia del oso de anteojos.

    Entramos en este bosque sublime que parece salido directamente de un cuento.
    Aunque no llueve, caen gotas de agua por todas partes que nos muestran el papel primordial del bosque, los musgos y los líquenes en la producción de agua dulce en Colombia.

    Apenas al entrar, un tronco de árbol está cubierto de marcas dejadas por las garras del oso andino.
    Aunque no tengamos la suerte de verlo en acción, ser testigos de su presencia es, evidentemente emocionante.

    Pantano de Martus, en busca del oso de anteojos

    Nuestro guía también nos explica cómo el oso de anteojos trepa a los árboles y participa en la regeneración del bosque al romper las ramas y los troncos más débiles.
    Así, los claros de luz permiten que nuevos árboles crezcan, la descomposición de las ramas aporta nutrientes a la tierra y alimento a muchas especies.

    Salimos maravillados de este bosque encantado para emprender el regreso al carro pasando por el Páramo.
    En el camino, notamos montones de hojas de “Puyas” (Puya goudotiana), plantas con hojas bordeadas de espinas de la familia de las bromelias, que les encantan a los osos de anteojos.

    Otra prueba de la presencia del oso andino que, digámoslo sin rodeos, ¡se la pasa comiendo!

    El cielo seguirá cubierto, la niebla no se levantará, no veremos al oso de anteojos, pero, sin duda, habremos sentido su presencia, y quién sabe, tal vez estaba ahí, alrededor nuestro, observando nuestra curiosa peregrinación en su búsqueda.

    Actividad Recomendada

    Caminata al Pantano de Martus para ver el Oso de anteojos

    Desaparición de la Laguna de Guambita

    Caminata en el Pantano de Martus

    Pantano de Martus, en busca del oso de anteojos

    Si uno se interesa por el alto valle de Guasca, cuesta imaginar que aquí, hace apenas unas décadas, se extendía la Laguna de Guambita.
    Hasta mediados del siglo XX, este extenso cuerpo de agua dominaba el paisaje, formando un ecosistema clave para los páramos y la vida local.
    Sin embargo, con el paso de los años, la laguna desapareció progresivamente, transformada en pantano y luego en tierras agrícolas, antes de convertirse en una reserva natural.

    Guambita: una laguna sagrada, en el corazón de las tradiciones muiscas

    Más allá de su paisaje hoy casi borrado, la Laguna de Guambita guarda una memoria mucho más antigua que la época de los pastizales o los cultivos de papa.
    Aquí, en las alturas de la Sabana de Bogotá, los muiscas veían en estas extensiones de agua algo más que un simple espejo del cielo:
    Guambita formaba parte de una red de lagunas sagradas, lugares de rituales y ofrendas donde se venía a celebrar el agua, la vida y la fertilidad.

    Junto con Guatavita y Siecha, Guambita pertenecía a un circuito de peregrinaciones que marcaban la espiritualidad muisca.
    Estas lagunas eran escenario de ceremonias, de homenajes a la tierra y al agua, elementos fundamentales para los pueblos andinos.
    Alrededor de sus orillas, uno todavía puede imaginar las procesiones silenciosas, las ofrendas dispersadas sobre el agua, los cantos antiguos llevados por el viento de los páramos.

    La desaparición de Guambita, absorbida por la agricultura a lo largo del siglo XX, va mucho más allá de la simple transformación de un paisaje:
    es una parte del patrimonio cultural y espiritual regional que se ha extinguido.

    Un secado progresivo, moldeado por la presión local

    La desaparición de la laguna no se explica por un evento brusco ni por la decisión de un solo actor, sino por una sucesión de intervenciones humanas, impulsadas por la necesidad de ampliar los pastizales y ganar nuevas tierras cultivables.

    Entre los años 1950 y 1980, el drenaje metódico de los suelos húmedos y la expansión de los cultivos terminaron por reducir la laguna al estado de recuerdo.
    Se trataría de un fenómeno colectivo, moldeado por la presión agrícola y la adaptación progresiva de las comunidades rurales.

    Dato curioso

    La leyenda de “Linus Martus” y la Laguna de Guambita

    Circulan historias sobre un personaje llamado “Gonzalo Linnus Martos” o “Martus” que habría sido el autor del crimen del secado de la Laguna de Guambita (o Guasca).

    Para algunos, este personaje sería un holandés de la época colonial que habría mandado a secar la laguna para buscar el oro de los muiscas, como ocurrió en la laguna de Guatavita. Para otros, sería un agricultor de los años 1960…

    En realidad, ninguna fuente académica ni institucional confirma la existencia de un “Gonzalo Linnus Martos” ni de un holandés implicado en el secado de la Laguna de Guasca. Esta leyenda debe considerarse como una tradición oral o una construcción popular, sin valor histórico certificado.

    Un punto de inflexión: la zona protegida y el renacer del pantano

    Frente al empobrecimiento de las zonas húmedas y la toma de conciencia de su papel ecológico, las autoridades regionales finalmente protegieron la zona.
    Desde 2016, el sector que incluye la antigua laguna hace parte del Parque Natural Regional Vista Hermosa – Monquentiva.
    Las actividades agrícolas están ahora muy reguladas, incluso prohibidas en ciertas zonas sensibles, y se realizan esfuerzos para restaurar lo que queda del pantano y de los páramos circundantes.

    En el terreno, los vestigios de la laguna subsisten en algunos bolsillos de agua y turberas escondidas entre los pastizales.
    La historia de Guambita recuerda hasta qué punto los paisajes andinos, incluso los que parecen inmutables, pueden cambiar rápido cuando las actividades humanas se intensifican, pero también que decisiones colectivas pueden iniciar, lentamente, una restauración.

    Actividad recomendada

    Caminata al Pantano de Martus para ver el Oso de anteojos

    El oso de anteojos, el rey de los Andes

    Avistamiento en el Pantano de Martus

    Pantano de Martus, en busca del oso de anteojos
    credito : Tambako the jaguar

    El oso de anteojos, también llamado oso andino, es el único úrsido nativo de América del Sur y una especie emblemática de los Andes.

    El Pantano de Martus hace parte de un corredor ecológico estratégico para el oso de anteojos. Esta zona de páramo y bosques altoandinos ofrece abundantes recursos alimenticios (frutas, bromelias, raíces) y una relativa tranquilidad.
    Avistamientos confirmados y registros con cámaras trampa atestiguan su presencia en esta región.

    Este tipo de hábitat es vital para la especie, especialmente por la creciente presión sobre la tierra en otros sectores andinos. El Pantano de Martus sirve entonces como una reserva natural esencial para la supervivencia de los osos en la cordillera Oriental.

    El oso de anteojos en detalle

    • Nombre común: Oso de anteojos u oso andino
    • Nombre científico: Tremarctos ornatus
    • Familia: Úrsidos (es el único representante sobreviviente del género Tremarctos)
    • Tamaño: Los machos miden entre 1,30 y 1,90 m de largo, mientras que las hembras son un poco más pequeñas.
    • Peso: Los machos pesan entre 100 y 175 kg, y las hembras entre 60 y 80 kg.
    • Esperanza de vida: Aproximadamente 20 años en estado salvaje, y hasta 25 a 35 años en cautiverio.
    • Pelaje: Negro o marrón oscuro, con manchas claras alrededor de los ojos, el hocico y a veces en el cuello y el pecho, formando patrones únicos en cada individuo.
    • Comportamiento arborícola: El oso de anteojos es uno de los pocos osos que construye plataformas en los árboles para descansar y almacenar comida.
    • Actividad: Principalmente diurno, aunque también puede estar activo de noche.
    • Reproducción: La hembra da a luz a una o dos crías tras una gestación de entre 5,5 y 8,5 meses.
    Pantano de Martus, en busca del oso de anteojos
    credito : Proaves colombia

    Hábitat y dieta

    El oso de anteojos es principalmente herbívoro, se alimenta de frutas, hojas, bulbos y diversas plantas.
    También puede consumir insectos, pequeños mamíferos y, ocasionalmente, carroña.

    Habita en bosques tropicales húmedos, bosques secos, matorrales y pastizales, generalmente entre los 800 y los 3.800 metros de altitud. Es uno de los pocos osos capaces de vivir en zonas tan elevadas y puede ser observado incluso hasta los 4.750 metros.

    Dato curioso

    Porque le dicen oso de anteojos ?

    El oso de anteojos recibe su nombre por las manchas claras que suelen rodear sus ojos y a veces su hocico. Estas marcas blancas o amarillentas contrastan con el color oscuro del pelaje y varían entre individuos, dando a veces la ilusión de el oso tiene unas “gafas” o “anteojos”.

    Un rol ecológico esencial

    El oso de anteojos es una especie “sombrilla”: Es un gran dispersor de semillas, contribuyendo a la regeneración de los bosques andinos. Al escarbar, cavar o romper ramas, modifica su entorno y estimula la renovación de los ecosistemas.

    Proteger su hábitat, se protege también a decenas de otras especies de plantas, aves y mamíferos.

    Pantano de Martus, en busca del oso de anteojos
    credito : Andrew Neild

    Amenazas y conservación

    Clasificado como especie vulnerable por la UICN, el oso de anteojos está amenazado por la deforestación, la fragmentación de su hábitat y la caza furtiva.
    Iniciativas de conservación, como la creación de corredores ecológicos y la sensibilización de las comunidades locales, son esenciales para proteger esta especie.

    Actividad recomendada

    Caminata al Pantano de Martus para ver el Oso de anteojos

    Un ecosistema aparte

    Parque Natural Regional Vista Hermosa de Monquentiva

    Pantano de Martus, en busca del oso de anteojos

    El Pantano de Martus es un ecosistema un poco singular, que se esconde no muy lejos de Bogotá, entre Guatavita y Guasca, a una altura de unos 3000 m. Es una zona casi plana que cubre aproximadamente 2000 hectáreas, mezclando pantano, páramo (turbera) y bosques altoandinos.

    Dato curioso

    El Pantano de Martus, originalmente, era una laguna. Un verdadero lago de montaña. Fue vaciado, o más bien secado, para cultivar la tierra. Las huellas aún están ahí. Piedras, zanjas, algunos árboles viejos aislados… Desde entonces, el sitio se ha convertido en una reserva natural. Pero aún se camina sobre tierras que fueron labradas. Y eso también es parte de lo que hace especial este lugar.

    El Pantano de Martus hace parte del Páramo de Monquentiva. El páramo, para quienes no lo conocen, es un ecosistema que se encuentra entre los bosques andinos y las nieves perpetuas (o lo que queda de ellas).
    Una especie de mundo suspendido entre 3000 y 4500 m que juega un papel central en la producción y conservación de agua dulce en Colombia.

    Fauna

    Como se mencionó más arriba, el Pantano de Martus es reconocido por albergar una población de osos de anteojos. Obviamente, no es un parque de zoológico. Se puede caminar varias horas sin cruzarse con nada, como fue nuestro caso, es el juego de la observación en medio natural. Pero el Pantano de Martus sigue siendo uno de los lugares donde se tiene más posibilidad de ver al oso de anteojos.

    También se puede observar allí al Cucarachero de Apolinar (Cistothorus apolinari).
    Una especie de ave endémica de la cordillera Oriental (que solo se encuentra en esta región del mundo). Es un ave muy ligada a las zonas húmedas de montaña. Es también una especie amenazada, se le considera indicadora de la salud de los ecosistemas de humedales de altura.

    Y si tienen suerte, podrán ver al famoso Colibrí de páramo (Oreotrochilus leucopleurus).
    Este colibrí, adaptado a las condiciones extremas de los ecosistemas de páramo, se alimenta principalmente del néctar de los frailejones y juega un papel clave en su polinización.

    Dato curioso

    El oso Paddington

    El oso de anteojos habría inspirado al famoso personaje de dibujos animados el oso Paddington.

    Paddington es un oso ficticio que apareció por primera vez en 1958 en el libro A Bear Called Paddington de Michael Bond. Se convirtió rápidamente en uno de los personajes más queridos del Reino Unido. Según la historia, Paddington viene del “Perú profundo”, donde vivía con su tía Lucy antes de partir solo hacia Londres, huyendo de un terremoto.

    Sin quererlo, Paddington se convirtió en el embajador mundial del oso de anteojos.
    Muchos niños descubren su existencia a través de esta ficción, y algunos adultos aprenden por este medio que esta especie realmente existe, pero que hoy está en peligro de extinción.

    Pantano de Martus, en busca del oso de anteojos
    Pantano de Martus, en busca del oso de anteojos

    Flora

    En Colombia, las condiciones climáticas esculpen los paisajes de las altas montañas colombianas. Y es toda una biodiversidad vegetal, perfectamente adaptada a su entorno, la que se ofrece a la vista del visitante. Cuando uno se toma el tiempo de observar con atención, la cantidad de especies de flora presentes por metro cuadrado siempre sorprende.

    Por supuesto, los frailejones son los reyes del lugar.

    En el Pantano de Martus se encuentra Espeletia grandiflora y sus hojas particularmente velludas. Es el frailejón más conocido, símbolo nacional que aparece en la moneda de 100 pesos.
    También pudimos observar el Espeletia corymbosa con sus hojas más rígidas, una especie que se encuentra particularmente en los cerros orientales de Bogotá.
    Y también el Espeletia argentea y sus hojas de color plateado, que es un frailejón que crece a menor altitud (a partir de los 3000 m), y por tanto el primero que se puede observar al llegar a los ecosistemas de páramo.

    Las “puyas” también llaman la atención de nuestros ojos y del apetito de los osos de anteojos, que las han convertido en su alimento favorito.

    La vegetación es en general baja, con numerosos arbustos y gramíneas, pero también se puede entrar en un hermoso bosque encantado donde se siente la presencia del oso.

    Una bella salida y otro buen plan para hacer al rededor de Bogota

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    Caminata al Pantano de Martus

    Pantano de Martus Felipe (#66)

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